“Una Historia y un Café”

Columna del Mtro. Héctor Navarrete Mendoza.
Columna del Mtro. Héctor Navarrete Mendoza.

 

Por el Mtro. Héctor Navarrete Mendoza
“UN CABALLO QUE CASI GOBERNÓ ROMA” Lo sabias?
Existe una extravagante historia de Calígula e Incitatus. En el tapiz dorado y desbordante de la historia romana, Calígula se distingue como una figura controvertida y, por momentos, incomprensible. Su reinado, aunque breve, fue un espectáculo de extravagancias que desafiaban cualquier lógica senatorial o militar.

Más allá de sus políticas y decisiones impulsivas, una de las historias que más ha capturado la imaginación de historiadores y entusiastas es la de su caballo, Incitatus. Calígula, cuyo nombre real era Cayo Julio César Germánico, ascendió al poder en el año 37 d.C., y pronto su comportamiento empezó a mostrar signos de lo que muchos historiadores sugieren podría haber sido una grave enfermedad mental.

Entre los actos más peculiares y discutidos de su gobierno se encuentra la relación que mantenía con Incitatus, su caballo de carrera favorito. Incitatus no era un caballo cualquiera; fue elevado a una posición de influencia y lujo que eclipsaría la de muchos cortesanos. Calígula le otorgó una casa propia, equipada con establos de mármol, comederos de marfil, mantas púrpuras (color reservado para la realeza), y una cohorte de sirvientes y esclavos para atender cada uno de sus caprichos equinos.

La anécdota más asombrosa y que ha perdurado a través de los siglos es la supuesta intención de Calígula de nombrar a Incitatus como cónsul del Imperio Romano. Si bien es discutido entre historiadores hasta qué punto este nombramiento fue formal o simplemente una burla para demostrar su desprecio por el senado, la mera sugerencia ya es reveladora del carácter de Calígula.

Además, se dice que Calígula ordenaba que se mantuviera un silencio absoluto en las proximidades del establo cuando Incitatus estaba durmiendo. El menor ruido que pudiera perturbar el descanso del animal podía ser castigado con la muerte. Esta medida no solo refleja la adoración del emperador por su caballo, sino también el temor que infundía en su propio pueblo.

Este episodio en la vida de Calígula es un fascinante reflejo de su reinado: un periodo marcado por decisiones impulsivas y un desprecio absoluto por las normas y estructuras tradicionales de poder. Incitatus, por tanto, se convierte no solo en un caballo mimado, sino en un símbolo del desvarío y la pérdida de contacto con la realidad que pueden acompañar a un poder absoluto y sin restricciones.

Así, la historia de Calígula e Incitatus sigue siendo una de las más curiosas y comentadas, un recordatorio de hasta dónde puede llegar la extravagancia cuando se combina con el poder imperial. Una historia que nos hace cuestionar la línea entre la realidad y la locura en los anales del poder antiguo.

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