Por Osgaru.
Apenas este 20 de septiembre apareció una nota de una entrevista que el
secretario de Obras Públicas del Ayuntamiento de Aguascalientes, Marco
Antonio Licón Dávila concedió al Sol del Centro, en donde, entre otras cosas
estableció que en este momento existe poco movimiento de las grietas, pero
claro, sin explicar semejante razonamiento.
Sin embargo, para entender tan decreciente actividad de las más de 70 fallas
geológicas y grietas que pululan a lo alargo y ancho del valle de
Aguascalientes, es decir, sobre una superficie de alrededor de mil kilómetros
cuadrados, y que están afectando el patrimonio de más de dos mil familias,
además de poner en alto riesgo la salud de la población, es necesario conocer
los procesos geológicos que originaron a éstas y que nada tienen que ver con
la excesiva extracción el agua subterránea, como insistente y oficialmente se
sostiene.
Desde su origen, el valle de Aguascalientes tiene 18 millones de años que a
estado sujeto a movimientos distensivos, lo mimo que toda la región
conformada por los valles de Villa de Reyes, en San Luis Potosí; el de
Venaderos y Calvillo, en Aguascalientes; y los de Jalpa, Tlaltenango, Juchipila
y Miguel Bolaños, en los estados de Zacatecas y Jalisco; todos situados sobre
una parte hundida, geológicamente denominada como fosa tectónica.
Semejantes estructuras están y han estado sometidas a actividad tectónica y
por lo tanto sísmica, de ahí la aparición contemporánea de las fallas y grietas
en Aguascalientes.
Cuando se produce el fracturamiento por actividad símica, sobreviene un
proceso físico conocido como desequilibrio gravitacional, en donde una de las
partes separada por la grieta se hunde y la otra se levanta, formándose la falla.
Cuando ambas partes separadas y desplazadas llegan a un auténtico
equilibrio, la falla deja de moverse; situación que está sucediendo en la gran
mayoría de las fallas geológicas en Aguascalientes, pero que el Ing. Licón, el
municipio y el mismo gobierno no entienden, y menos quieren escuchar a los
especialistas en el tema, dejando en total indefensión a los afectados.
El fenómeno del hundimiento y del fallamiento en Aguascalientes, debido a sus
aspectos estructurales, estratigráficos, sísmicos y en general geológicos, es
único a nivel nacional y hasta mundial, estando enclavado en una provincia
fisiográfica muy particular, bautizada por el suscrito como Provincia de Valles,
Fosas y Pilares.
Por lo declarado al Sol de Centro, el Ing. Licón no tiene la menor idea sobre
los orígenes del problema y menos de cómo atacarlo, debido a su formación
como ingeniero civil. Para esto es importante aclarar que desde hace diez años
el Colegio de Ingenieros Geólogos al que el suscrito pertenece ha tratado que
la SEDUM de Aguascalientes los incluya para intervenir como peritos en los
dictámenes para otorgar los permisos de construcción de nuevos
fraccionamientos, con cero resultados, más bien con un franco y pleno
rechazo. Así es que alegremente se sigue construyendo en zonas de muy alto
riesgo, con plena complacencia de las autoridades en turno.
Bajo estas primicias, un miércoles ciudadano el suscrito se entrevistó con la
alcadesa Tere Jiménez, para pedirle que le concediera tiempo para exponerle
mediante fotografías aéreas, imágenes de satélite, gráficas y documentos entre
otras, el verdadero origen del problema del fracturamiento, como atacarlo y
prevenirlo, sin ninguna respuesta por parte de ella; aquí es importante señalar
que en la entrevista estuvo presente el titur de la SEDUM, Arq. Adrián Castillo
y el mismo Ing. Marco Antonio Licón, sin que para esto emitieran algún
comentario.
Con semejantes antecedentes, las familias afectadas prefieren no presentar
ninguna denuncia, permaneciendo resignadas a perder su patrimonio, o en el
peor de los casos quedar sepultadas en sus viviendas, con plena indiferencia
de las autoridades municipales, estatales y hasta federales.
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