“Una Historia y un Café”

Columna del Mtro. Héctor Navarrete Mendoza.
Columna del Mtro. Héctor Navarrete Mendoza.

Por el Mtro. Héctor Navarrete Mendoza

SÓCRATES Y SU TRÁGICO FINAL.
Lo sabías?

“Yo solo sé que no se nada”
“Era visto como una amenaza para la estructura religiosa y la moral de la ciudad”

“El hombre que desafiaba las normas sociales y políticas de su tiempo, su libre pensamiento y la expresión de sus ideas le salió caro por lo que terminó siendo condenado a morir”

Es una conocida frase que paso a la historia y vive hasta nuestros días atribuida a Sócrates (470-399 a. C.), que responde al acto de aceptar la propia ignorancia del ser humano ante todo un mundo de conocimiento que nos rodea.

La cita deriva del pasaje 22d de la obra de Platón, Apología de Sócrates, donde Sócrates afirma que no sabe nada.

En el corazón de la antigua Atenas, entre los murmullos de la Ágora y los susurros de los olivos, surge la figura enigmática de Sócrates, un filósofo cuya vida y muerte plantean preguntas que resuenan a través de los siglos.

Para entender la condena de Sócrates, debemos sumergirnos en el complejo tejido de la Atenas del siglo V a.C., una época de guerras, cambios políticos y un floreciente pensamiento filosófico.

Sócrates, conocido más por los relatos de sus estudiantes como Platón y Jenofonte que por documentos personales.

No escribió obras; su legado reside en el método socrático, una forma de diálogo centrada en preguntas y respuestas para fomentar el pensamiento crítico y la autocomprensión.

Pero, ¿qué llevó a este pensador, que buscaba la sabiduría y la verdad, a enfrentar un juicio que culminaría en su condena a muerte? Sócrates fue acusado de dos delitos principales: impiedad y corrupción de la juventud.

En una Atenas donde la religión y el Estado estaban intrínsecamente entrelazados, las acusaciones de impiedad eran graves.

Sócrates, con su costumbre de cuestionar a los dioses tradicionales y proponer ideas filosóficas que desafiaban las creencias establecidas, era visto como una amenaza para la estructura religiosa y moral de la ciudad.

El segundo cargo, corrupción de la juventud, estaba ligado a su influencia sobre los jóvenes Atenienses.

Sócrates atraía a un grupo diverso de seguidores, muchos de ellos pertenecientes a familias influyentes.

Sus enseñanzas fomentaban un espíritu crítico y cuestionador, algo que la clase dirigente consideraba peligroso, especialmente en una época de inestabilidad política tras la derrota de Atenas en la Guerra del Peloponeso.

El juicio de Sócrates es un momento icónico en la historia de la filosofía y la jurisprudencia.

En lugar de apelar a la misericordia de sus Jueces. Sócrates eligió defender sus creencias y métodos, desafiando a sus acusadores y rechazando la oportunidad de proponer una pena más leve.

Esta actitud, interpretada por algunos como arrogancia, selló su destino.

Condenado a muerte por beber cicuta, un veneno letal, Sócrates enfrentó su final con una calma que ha sido tema de admiración y debate.

En sus últimos momentos, según Platón, discutió filosofía, el alma y la inmortalidad, manteniendo su compromiso con la verdad y la sabiduría hasta el final.

La muerte de Sócrates plantea preguntas profundas sobre la naturaleza de la sabiduría, el poder del Estado, la libertad de pensamiento y la justicia.

Su legado, perpetuado a través de las obras de sus estudiantes, sigue siendo un pilar fundamental en la filosofía occidental y un recordatorio de la compleja relación entre el individuo y la sociedad.

En la historia de Sócrates, encontramos no solo el relato de un filósofo condenado sino también una reflexión eterna sobre los valores y desafíos que conforman la condición humana.

En resumen, la frase “Yo solo sé que no sé nada” nos invita a abrazar la humildad en el conocimiento y a reconocer la riqueza que se encuentra en la ignorancia.

Sócrates, a pesar de las controversias y disputas que rodearon su vida, dejó un legado perdurable que nos impulsa a cuestionarnos y a conocernos mejor a nosotros mismos.

Para Sócrates la verdad se identifica con el bien moral, esto significa que quien conozca la verdad no podrá menos que practicar el bien. Saber y virtud coinciden por lo tanto quien conoce lo recto actuará con rectitud y el que hace el mal es por ignorancia.

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