Nueva hipótesis sobre por qué no hemos sido contactados por civilizaciones extraterrestres

Nueva hipótesis sobre por qué no hemos sido contactados por civilizaciones extraterrestres
Nueva hipótesis sobre por qué no hemos sido contactados por civilizaciones extraterrestres

Un grupo de astrónomos de Estados Unidos ha planteado una nueva hipótesis, basada en modelos computacionales, de por qué aún no hemos sido contactados por una civilización extraterrestre

Por Julio García G. / Periodista de Ciencia

El 15 de agosto de 1977, alrededor de las 11 de la noche, un radiotelescopio de nombre Big Ear (Gran Oído) situado en Ohio, Estados Unidos, recibió una señal de radio cuyo origen era completamente desconocido para los astrónomos.

La señal duró poco más de un minuto (72 segundos) y provenía de la constelación de Sagitario, la cual se encuentra muy cerca del centro de la Vía Láctea, nuestra galaxia.

Se sabe también que dicha señal -a la que posteriormente los astrónomos bautizarían como ¡guau!, debido a la anotación que realizó uno de ellos manifestando así su sorpresa- era 30 veces más poderosa que el ruido de fondo que captaba aquel radiotelescopio. Además, no fue grabada por ningún aparato de sonido, ya que solamente quedó registrada en el disco duro de una computadora en forma de datos que posteriormente fueron interpretados por los investigadores.

Ahora bien, ¿era esta señal de origen desconocido, un mensaje enviado por alguna civilización extraterrestre para advertirnos sobre su presencia?

De acuerdo con algunas hipótesis surgidas a partir de otras investigaciones, los astrónomos atribuyeron dicha señal al paso de un cometa (esta hipótesis fue posteriormente descartada) y hoy por hoy no se sabe bien a bien qué fue exactamente lo que produjo a ¡guau! a pesar de que muchos expertos siguen atribuyendo dicha señal al intento de alguna civilización extraterrestre para comunicarse con nosotros.

Telescopio Big Ear en Ohio, Estados Unidos. Imagen: Smithsonian

Más allá de lo anecdótico, de lo cierto o no que pueda resultar que una civilización intentó comunicarse en los años 70 mediante ondas de radio, es verdad que desde la trinchera de la ciencia existen varios proyectos -como el SETI impulsado originalmente por el ya fallecido astrónomo Carl Sagan– cuya misión es la de buscar, justamente, señales de radio emitidas por civilizaciones que se encuentren en otras estrellas y, por ende, intentar hacer contacto con alguna de ellas (el proyecto SETI se encuentra detenido temporalmente desde 2020).

En torno a la existencia de una civilización más avanzada que la nuestra, al parecer que una de éstas exista resulta una posibilidad muy baja y bastante remota. Y, de estar presente, la probabilidad de que nos detecte y haga contacto resulta casi nula.

Al menos esta es la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores de Estados Unidos quienes, este año, han publicado un artículo en la prestigiada revista The Astrophysical Journal.

Para llegar a estos resultados, los astrónomos simularon en una computadora un planeta similar a la Tierra. Posteriormente, a este hipotético planeta le pusieron en su superficie diferentes cantidades de paneles solares hechos de silicio que reflejasen la luz del Sol. Aparentemente, si la luz de todos los paneles es reflejada nuevamente al espacio, entonces una civilización igual o más avanzada que la nuestra podría detectarla a varios decenas, cientos o miles de años luz.

Además, si los paneles solares producen alta reflectancia, como menciona el estudio, “proporcionaría información contextual [de un exoplaneta] sobre el tipo de vida biológica generalizada y las propiedades atmosféricas correspondientes relevantes para la habitabilidad de dicho exoplaneta”.

El astrónomo y divulgador de la ciencia Carl Sagan. Imagen: Shutterstock

Con toda esta información, los investigadores pudieron concluir que 23% de la superficie de esta hipotética Tierra (una cantidad que evidentemente resulta muy grande) tendría que estar cubierta por paneles solares. Además, el telescopio de los extraterrestres (según las simulaciones éstos estarían a unos 30 años luz de la Tierra) tendría que necesitar cientos de horas para identificar la señal del ruido de fondo que acompañaría a la luz emitida por los paneles.

Ahora bien, uno de los motivos por los cuales los astrónomos eligieron paneles solares de silicio y no otro tipo de tecnología para realizar sus simulaciones es que éstos deberían de reflejar fuertemente la luz ultravioleta.

Este tipo de luz, de ondas electromagnéticas, suele ser bastante energética y, por lo tanto, podría ser fácilmente captada por seres de otros planetas.

Aunado a lo anterior, encontrar civilizaciones muy avanzadas podría ser tan difícil como encontrar aquellas que no son lo suficientemente avanzadas tecnológicamente. Y, por si fuera poco, una civilización extremadamente avanzada no podría detectarnos debido a que no generaríamos la suficiente cantidad de luz, a través de estos paneles solares, para que nos encuentre.

Luz ultravioleta. Imagen: University of Toronto

En definitiva, esto podría explicar por qué todavía no hemos detectado una señal proveniente de otra civilización.

Por otra parte, además de que los astrónomos esperan con ansias que alguna civilización nos contacte, también trabajan de forma muy activa para encontrar dichas señales.

Por ejemplo, buscan hallar biofirmas (firmas biológicas) como la presencia de metano, el cual es un compuesto químico que tiene su origen cuando hay presencia de vida, o bien tecnofirmas (como la emisión de ondas de radio).

No obstante, hasta ahora, los intentos han resultado fallidos, a pesar de que sí se han encontrado algunos compuestos relacionados con las biofirmas en otros planetas más allá del sistema solar los cuales podrían indicar que en alguno de estos mundos la vida podría estar desarrollándose (o bien que ya se ha desarrollado, pero aún no la hemos detectado).

Pero más allá de este último experimento realizado por astrónomos estadounidenses por encontrar una explicación convincente a por qué no encontramos civilizaciones avanzadas, todo parece apuntar al hecho de que la vida inteligente y tecnológicamente avanzada no es tan común en el universo.

Imagen artística de un exoplaneta. Fuente: Shutterstock

Por ejemplo, en 2016 dos astrónomos del Space Telescope Science Institute, y en declaraciones que recoge el medio español OpenMind, calcularon en “un 92% la posibilidad de existencia de otras civilizaciones en el universo, pero a lo largo de toda su historia”. Además, sostienen que “el 92% de los planetas similares al nuestro en toda la historia del universo aún no se han formado”. Esto significa que los seres humanos podríamos haber llegado de manera temprana a la historia de la vida en el universo, una historia que apenas está comenzando.

La Paradoja de Fermi

Otra hipótesis que es muy socorrida para explicar por qué aún no hemos contactado con otras civilizaciones es la llamada Paradoja de Fermi, la cual lleva este nombre por el físico que la propuso en el siglo pasado, el italiano Enrico Fermi.

De acuerdo con el argumento principal de esta paradoja, “existe una aparente contradicción entre las estimaciones que afirman que hay una alta probabilidad de que existan otras civilizaciones inteligentes en el universo observable y la ausencia de evidencia de dichas civilizaciones”.

¿A qué se debe, pues, esta aparente contradicción? Básicamente al hecho de que podrían existir muchas civilizaciones en otros sitios del universo pero que, por el contrario, no hemos podido hacer contacto con éstas por razones como la falta de tecnología para poder comunicarnos.

El físico de origen italiano pero nacionalizado estadounidense Enrico Fermi. Imagen: Universidad de Valencia

En otras palabras, o no existen dichas civilizaciones y la Paradoja de Fermi es, por consiguiente, inválida, o bien, existen otros motivos por los cuales aún no hemos hecho contacto.

Tales motivos serían que estos seres simplemente no están deseosos de hacer contacto o esperan hacerlo en el momento justo; o quizá solamente nos están observando con la finalidad de ver cómo nos desarrollamos como civilización, percatándose de qué tan capaces somos para autodestruirnos o no.

Por lo pronto, el nuevo argumento planteado recientemente por los astrónomos estadounidense en la revista The Astrophyisical Journal es, posiblemente, la hipótesis que más apegada pueda estar a la realidad debido a que está basada en datos científicos y en modelos matemáticos.

Por el contrario, la paradoja de Enrico Fermi fue concebida por su autor como un argumento sin ningún sustento científico, a pesar de que Fermi fue uno de los grandes científicos de su tiempo al contribuir con la teoría cuántica y la física nuclear. 

Mientras escribo estas palabras, continúan los esfuerzos de varios equipos de astrónomos alrededor del mundo quienes a través de espectaculares telescopios como el James Webb de la NASA, o de imponentes radiotelescopios que próximamente verán la luz, como el Radiotelescopio Southern Hemisphere, buscan señales no solamente de vida inteligente, sino también de la presencia de vida microbiana en otros planetas más allá del sistema solar.

Y es que, la obsesión humana por encontrar compañía en el universo, para no sentirnos tan solos es, en parte, lo que nos ha impulsado a embarcarnos en esta gran aventura por encontrar (o que nos encuentren) otras civilizaciones a pesar de todas las consecuencias que esto pueda conllevar. Pero también, por supuesto, nuestras ansias de explorar, algo que nos es innato. 

Con Información de AN, Imagen: iStock

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