La cirugía estética es una de tantas soluciones que puede encontrar una persona para aumentar su autoestima. Sobre todo si ésta tiene alguna deformación en el rostro o cuerpo.
Está comprobado que una cirugía puede aumentar la confianza en sí mismo, ya que una persona que mejora su aspecto físico, se siente atractiva, segura, bien proporcionada y sobre todo mejora su vida social y sexual. Sin embargo, no es la única y exclusiva solución para quitar todos los complejos de las personas.
El autoestima, depende de diversos factores que influyen para elevarla o disminuirla, hay personas que después de haberse operado más de tres veces, sienten la necesidad de seguir mejorando su aspecto físico, puesto que no están conformes con la apariencia que poseen, entonces podemos percatarnos de que el problema es mayormente psicológico.
No quiero decir que sea un trastorno mental, sino posiblemente una pérdida de identidad y de valoración personal que puede ser generado por causas de su pasado, de la exigencia de su entorno o bien de relaciones amorosas no exitosas.
Incluso un paciente que acuda a servicios de cirugía estética, no debe tener inestabilidad psicológica, como depresión, trastornos alimenticios, dismorfofia, etc. Ya que para una transformación de la apariencia física realizada mediante cirugía estética, también necesita tener estabilidad en sus emociones y pensamientos, debe estar preparado o preparada mentalmente para el cambio en su cuerpo, de manera en que pueda aceptarse con esa nueva apariencia a pesar de que sea diferente a la habitual.
Los cirujanos estéticos no podemos asegurarle al paciente que una operación le cambiará la vida y la manera de verse a sí mismo.
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