SE ME REVUELVE EL ESTÓMAGO

SE ME REVUELVE EL ESTÓMAGO
SE ME REVUELVE EL ESTÓMAGO

AUTOR: LUIS AGUILAR TRINIDAD
La frontera de México era demasiado extensa en 1820 un año antes de consumar su independencia, era por supuesto imposible para las condiciones del gobierno en ese momento mantener una vigilancia que salvaguardara el país de una invasión extranjera.
Por otro lado había iniciado la pérdida de nuestro territorio con un hecho aparentemente inofensivo y de buena fe que consistió en la autorización por parte del gobierno español para dar entrada a 300 colonos anglosajones que supuestamente debían cubrir varios requisitos a efecto de ingresar a nuestro país, ellos en primer término debían ser honestos y tener la capacidad económica para traer lo necesario y hacer su vida en nuestras tierras, primero que nada la ingenuidad de una norma imposible de aplicar sobre todo en aquellos tiempos, me pregunto, ¿cómo comprobar la honestidad de los inmigrantes si los medios de comunicación eran incipientes?.
En la vida podremos imaginar que hubiera manera alguna de comprobar la honestidad de tanto desconocido para aprobar o desaprobar su ingreso en fronteras abiertas y sin vigilancia.
Debían los colonos autorizados profesar la fe católica, jurarían la Constitución de 1812, tendrían siete años libres de impuestos (no sé por qué de repente recuerdo a los japoneses en México), además de tener estrictamente prohibida la introducción de esclavos.
Texas se convirtió en tierra de nadie y de todos, menos de los mexicanos, pero como septentrión estaba casi deshabitado el gobierno decidió mantener la misma política sin tener conciencia de las consecuencias desastrosas que acarrearía esa postura por tener conocimiento pleno del interés norteamericano de obtener Texas por las buenas o por invasión armada.
En diez años el panorama ya era muy desalentador para el gobierno mexicano porque había diez veces más angloamericanos que mexicanos en Texas, dado que habían incursionado de manera indiscriminada, colonos muy pobres que encontraron tierra a su antojo y se asentaron donde quisieron, lo que menos tenían entre sus valores era la honestidad y por si fuera poco trajeron esclavos y en un México donde la esclavitud estaba abolida demostraron que no les importaban ni las leyes mexicanas ni nuestra lengua mucho menos el respeto a nuestras costumbres, era de esperarse si los colonos en general eran turbas de aventureros sin ley.
En ese escenario sucedió que pasaron más de los años de gracia que tenían para no pagar impuestos y en 1833 obtuvieron una extensión de tres años más, se autorizó el inglés en los trámites administrativos y el sistema de juicio por jurado, todo eso ayudó a que las instigaciones contra las autoridades mexicanas tuvieran éxito, se organizaron en Los Estados Unidos clubes para adquirir armas y municiones y empezaron a promover voluntarios para ir a Texas a “luchar por la libertad”.
Santa Anna al frente de su ejército avanzó para someter los rebeldes; sin embargo fue tomado prisionero en abril de 1836, México sin recursos para defenderse, permitió que Texas se consolidara con el apoyo de los Estados Unidos.
México entró en un nuevo experimento político mediante el cual desaparecía el federalismo y se imponía el centralismo, lo que causó muchos descontentos, ahora sin haber resuelto los problemas que venía arrastrando, encaraba otros nuevos que se sumaban porque hubo movimientos federalistas y pronunciamientos militares.
La década centralista fue una de las etapas más inestables de nuestro país en el siglo XIX sumado a que los estados de Baja California, Yucatán y Sonora estuvieron separados de México.
Ante un México débil, desgastado, desorganizado, endeble y carente de recursos financieros se presentaba una andanada de intervenciones y ataques extranjeros, Texas tuvo la oportunidad de servirse a manos llenas y se extendió hasta Nuevo México, la flota norteamericana incursionó en los puertos mexicanos.
Los gringos se adueñaron también de California mientras Francia bombardeó Veracruz en 1838.
Santa Anna fue desaforado por el Congreso y ante ese caos permanente los federalistas promovieron instituir nuevamente la constitución de 1824, ese cambio de gobierno también contribuyó a que la guerra por la defensa del territorio se descuidara, situación que facilitó la anexión de Nuevo México y California a los Estados Unidos, país que contaba con enormes recursos y un ejército fuertemente armado a diferencia del ejército mexicano, sin recursos, condiciones insalubres y con armas obsoletas.
A mediados de 1847 gran parte del norte de nuestro país era territorio ocupado y el avance del ejército norteamericano fue imparable, los Estados Unidos tenían como meta ocupar la capital. Fueron relativamente pocos los estados que se sumaron a la defensa del territorio y notoriamente Guanajuato y Zacatecas se negaron a participar, la desobediencia era altamente preocupante, estaban enfrascados en la rebatinga política, por ejemplo la pugna entre Zacatecas y Aguascalientes, de manera que el Ejército norteamericano avanzó hacia el Valle de México y después de la batalla de Chapultepec Santa Anna se rindió.
El 14 de septiembre en el Palacio Nacional de la Ciudad de México ondeaba la bandera de las barras y las estrellas, Santa Anna renuncia la presidencia y Don Manuel de la Peña y Peña asume el poder trasladando su gobierno a la ciudad de Querétaro.
Las tropas norteamericanas permanecieron en los territorios ocupados hasta después que se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo el 2 de febrero de 1848 donde se reconoció la pérdida de los territorios invadidos y se evitó la anexión total de México a los Estados Unidos.
El 24 de mayo el Congreso aprobó el Tratado de Guadalupe Hidalgo y se eligió un nuevo Presidente Constitucional, Don José Joaquín de Herrera, seguidamente se hizo el intercambio de ratificaciones en Querétaro y las tropas norteamericanas se fueron retirando.
El final de la guerra México-Estados Unidos dejó como saldo la pérdida de más de la mitad de nuestro territorio comprendiendo la totalidad de lo que hoy en día son los Estados de California, Nevada, Utah, Nuevo México, Texas, partes de Arizona, Colorado, Wyoming Kansas y Oklahoma, sin derecho a reclamo alguno y la nueva frontera sería establecida en el Río Bravo, todo eso a cambio de 15 millones de dólares para compensar los daños producto de la guerra.
Se me revuelve el estómago.

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