Izquierda y derecha en política

Izquierda y derecha en política

 Por: Ricardo Melgarejo.

Con la suerte de encontrarme con algunos políticos en activo, compartiendo la mesa y un buen café, se comentaron algunos temas atractivos y concurrentes de nuestro Estado, sin remedio apareció la controversia, principalmente nos centramos en personajes tendenciosos a los gobiernos de izquierda y de derecha, __les pregunte que me explicaran lo relativo a la “Derecha y la Izquierda” el porqué de esa denominación seudónimos, o denominaciones subliminales __respondiendo los políticos de carrera, que la izquierda es el socialismo y la derecha lo representaban los burgueses, conservadores o capitalistas, lo resumo así lo de sus respuestas para no extenderme. (Omito sus nombres por respeto a su envergadura).

Muy pobres sus conceptos, sin poder explicar contundentemente estas posiciones tan importantes en nuestra vida política. Y supongo que no tienen el conocimiento de las raíces o los antecedentes históricos de estas posiciones en la política y gobiernos.

Por tal motivo me permití dedicar esta columna a la izquierda y derecha en política; lo más breve posible en virtud de que es un tema muy importante y extenso, así que seré efímero. Basándome en gran medida por los conceptos, análisis y comentarios de Ángel Rodríguez Kauth.

Los conceptos de izquierda y derecha nacidos con la Revolución Francesa como analizadores de la posición política, luego de dos siglos han caído en una franca confusión de sus referentes. Tanto la izquierda tradicional, que pretende moderar su discurso para ser aceptable por los sectores medios y altos del electorado, como la derecha histórica que ha lavado sus textos en una suerte de populismo para lograr adeptos entre el proletariado.

Recordando una cita de C. Marx (1847), que dice: “… que mientras en la vida vulgar y corriente todo tendero sabe perfectamente distinguir entre lo que alguien dice ser y lo que realmente es, nuestra historiografía no ha logrado todavía penetrar en un conocimiento tan trivial como éste. Cree a cada época por su palabra, por lo que ella dice acerca de sí misma y lo que se figura ser“. En la actualidad, no sólo la historiografía cae en ese dislate de ingenuidad intelectual, sino que también lo hacen los pueblos y los politólogos.

La distinción entre izquierdas y derechas se aplicó, por primera vez a la política, en la Francia revolucionaria. La Asamblea Constituyente, inició sus trabajos en 1792. Los diputados se hallaban divididos en dos grupos enfrentados: el de la Gironda, que se situó a la derecha del Presidente, y el de la Montaña, que se situó a la izquierda. En el centro tomó asiento una masa indiferenciada a la que se designó como el Llano o la Marisma. Los girondinos deseaban restaurar la legalidad y el orden monárquico, mientras que La Montaña propugnaba un estado revolucionario, el cual, después de anular a los girondinos, desembocaría en lo que se conoció lamentablemente, aunque con justicia como el Terror. Así se produjo una identificación de la izquierda con la radicalización revolucionaria que, al grito de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, desencadenaría una etapa de utopías y ferocidad que sólo lograría detener el golpe de Estado de Bonaparte. Los implacables Robespierre, Danton y Marat fueron los caudillos y los definidores del primer partido político francés que se situó a la izquierda.

La historia política muestra que los programas de la derecha y de la izquierda evolucionan de manera rotunda y, a veces, errática. Quizás el caso más elocuente sea la actual adhesión a la economía de mercado por parte de los contemporáneos comunismos reciclados, antes prototipos del intervencionismo estatal absoluto hasta llegar a convertirse en un capitalismo de Estado en la ex Unión Soviética.

En suma, la distinción entre derechas e izquierdas políticas es más histórica que lógica y, consecuentemente, tiene un valor nominal, un contenido cambiante, una significación ocasional, y no es una terminología hermenéutica invariable para exponer la historia de la teoría y de la praxis política, ni siquiera en la edad contemporánea.

Así se ha llegado a la situación actual, que es la desaparición de la denominación “derecha” en la nomenclatura de los partidos políticos. Pero la cuestión no es sólo nominal: el complejo de inferioridad moral que los socialismos consiguieron inocular a sus oponentes llevó a estos a posiciones izquierdistas en lo que consideraron marginal al modelo de libre mercado, como en el plano de la cultura exquisita.

En la actualidad, las tensiones de las sociedades avanzadas no se producen entre monárquicos y republicanos, confesionales y laicos, presidencialistas y parlamentaristas, sufragistas calificados o universales. Sea cual fuere la real sustancia imperativa de los derechos humanos, nadie discute su formal proclamación y la necesidad de su protección. Tampoco se niega la igualdad de oportunidades o la protección al desvalido. Lo que ahora divide y caracteriza a las izquierdas y a las derechas no son dos valores aparentemente contrapuestos como la libertad y la autoridad, ni siquiera intereses de clase enfrentados como los de la burguesía y el proletariado. La confrontación se produce a lo largo de una dimensión única: la estatalidad y es, por tanto, cuantitativa y, en sí, axiológicamente neutra: más o menos Estado.

Finalmente comento que las nociones de izquierda y derecha son relativas y aplicadas en política sus contenidos han cambiado, incluso polarmente. Los centros son aún más inciertos y movedizos. Los tres sólo pueden ser caracterizados en un tiempo y un espacio.

Lo demás resulta políticamente secundario y, de allí, la general anemia intelectual y ética de la clase gobernante.

Hasta la próxima y no olviden “Estar vivo es el resultado feliz de una batalla feroz contra las circunstancias”

 

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