Así por la buena…ni quién diga nada.

Así por la buena...ni quién diga nada.
Así por la buena...ni quién diga nada.

ASÍ POR LA BUENA NI QUIEN DIGA NADA

Por: Prof. Luis Aguilar.
Hubo una vez un ejército, a quien Dios prohibió por medio de Moisés atacar a los cananeos que habitaban en la tierra prometida.
Moisés tenía mucho tiempo sorteando problemas desde que sacó a los hebreos de Egipto, porque perdieron la fe en su líder infinidad de veces, por hambre, por sed, por envidia o por deseo de poder.
Alimentar una familia es un grave problema, alimentar un pueblo lo es en grado superlativo, dar de beber al sediento es también un grave problema si los sedientos suman miles, además de que el desierto solo da piedras y además están secas.
El espíritu humano se debilita con el hambre y con la sed, los hebreos estaban muy débiles de espíritu, y muy enmarañados, confundidos e intranquilos, a grado tal que a una facción de ellos no le importaba desobedecer la orden de Dios y creyendo que podrían derrotar al enemigo esgrimían los más arrogantes argumentos.
Moisés nos mantiene en una constante situación angustiosa porque le conviene que estemos recurriendo constantemente a Dios para que nos resuelva los problemas, pero de algún modo nos tiene a su merced porque recurrimos en su ayuda, el tiempo de Moisés ya pasó, y Dios nos dio la libertad por nuestras virtudes, ahora el mismo Dios nos ayudará si decidimos luchar por nuestra libertad.
Tenemos además suficientes condiciones para conquistar a los cananeos aun cuando Moisés intenta alejar a Dios de nosotros, dirigiremos nuestros propios destinos, encontraremos la liberación completa separándonos de la tiranía de Moisés, ya no viviéremos más supeditados a sus deseos, en suma debemos continuar aprendiendo.
Arengados de esa manera avanzaron hacia el enemigo que les puso la tamboriza de su vida, murieron muchos hebreos y el resto cayó en el caos y el desorden, así que fueron presa fácil de persecución, vergonzosamente, y con la cola entre las patas como los perritos desobedientes, regresaron a su campamento.
Moisés al enterarse de esa terrible derrota decidió tomar tierra de por medio por pensar con justa razón que los cananeos estaban realmente motivados a expulsar a los hebreos de sus dominios, los hebreos por su parte se dejaron conducir nuevamente por su líder. Se internaron más en el desierto.
Pero los ejércitos fracasados son más difíciles de conducir, como luego se dice, lo que menos sirve más trabajo da, eran seiscientos mil y no se sometían fácilmente, y por enésima vez se pusieron más furiosos que de costumbre..
Todo venía de las ideas de algunos hebreos poderosos, uno de ellos llamado Coré que ambicionaba el sacerdocio de Aarón, el hermano de Moisés, por siempre haber creído que le correspondía y que no fue Dios quien le otorgó ese privilegio a Aarón sino Moisés por nepotismo, eso podríamos pensarlo todos en un momento dado, si en la actualidad los seres humanos en todo el planeta lo practican; sin embargo veamos que sucedió.
Además de intrigar en su contra, Coré acusaba a Moisés de practicar las malas artes y decir que provenía de Dios todo el poder que ostentaba engañando al pueblo, prueba irrefutable era que fingía bondad pero hacía uso de la fuerza y perversamente se valía de recursos taimados en lugar de usar la persuasión.
Coré logró convencer a 250 hombres principales de quitar el sacerdocio a Aarón, la multitud intentó entonces apedrear a Moisés, tal parece que era una práctica muy cotidiana el apedrear, será porque es lo que más tienen a la mano en el desierto. Moisés una vez más en apuros, que si lo vemos desde ese punto de vista que aguante de cuate, no pasó más que penurias por salvar a esos hebreos que como judíos se han apoderado del mundo, será porque la tierra prometida en realidad era la tierra como planeta ?
Moisés sabiendo que tenía el aval del Gran Arquitecto del Universo no se asustó y se dirigió a Coré sin hablar a la multitud enardecida:
Tú Coré y los que están contigo,–señalando a los doscientos cincuenta —parecéis dignos de honor y en realidad todos lo son aunque no posean las riquezas ni sean de familia eminente, pero yo estoy por encima de las bajas prácticas, palabras más palabras menos, más bien menos por el tiempo que nos ocupa, aun cuando estoy complacido por el sacerdocio de Aarón, es un sagrado ministerio ordenado por Dios. Sería impiedad no tomar el honorable empleo cuando él nos lo ofrece.
En ésta parte me brinca lo rojillo y creo que de esas ideas se hicieron de poder los reyes de la época hasta nuestros días, haciendo creer al pueblo que es mandato de Dios. Pero sigamos con el relato sagrado.
Propongo por lo tanto que sea disputado por los que desean obtenerlo, pidiendo solamente que se permita ofrecerse como candidato al que ha sido preferido y lo obtuvo hasta ahora.
Dejemos que Dios mismo juzgue de nuevo quien quiere que le ofrezca sacrificios y tenga la dirección de las cosas de la religión, porque es absurdo que Coré que ambiciona ese honor, prive a Dios del poder de otorgarlo.
Las sentencias de Moisés son para intimidar a cualquiera, te estas enfrentando no a Moisés sino a quien lo respalda, igual que sucede hoy en día con los servidores públicos (conste que no dije de la Nación) que se cobijan bajo el manto de un político poderoso. Que nada que ver? A caso no es el mismo modelo?
Venid por tanto todos juntos y ofreced el incienso ante el pueblo.
Ese fue el acuerdo y al día siguiente se congregaron a presenciar el sacrificio, unos a favor y otros deseando que Moisés recibiera su merecido por sus malas prácticas.
Moisés invitó a Abirám y a Datán al sacrificio, pero Datán se negó acusando a Moisés. Todos sus seguidores salieron con sus familias y se pararon frente a sus tiendas, pero se negaron a ir.
Moisés alzó los brazos al cielo y dijo ¡ Oh señor de todos los seres que están en el cielo, en la tierra y en el mar, tú eres testigo de lo que hice y sabes que todo lo hice por orden tuya, por ti abandoné mi vida tranquila al lado de mi suegro Ragüel para entregarme a éste pueblo, tu que me hiciste oír tu voz en el Sinaí y me mandaste ir a Egipto a librarlos de la esclavitud, infringe un castigo que retire del mundo a los que atacan tu gloria pero que no mueran de manera ordinaria, sino que se abra la tierra que pisan y los consuma con sus familias y sus bienes. Pero salva a la multitud que si guarda tus mandamientos.
Terminó Moisés con lágrimas en los ojos mientras la tierra se estremecía ocasionando una agitación como las que produce el viento en las olas del mar., la tierra se hundió debajo de las tiendas y arrastró a sus entrañas a los sediciosos sin dejar huella de que había habido hombres en ese sitio después que se cerró.
Murieron esos hombres considerados pestilentes y seguidores de Datán, por lo que no sintieron pesar por ellos.
Luego doscientos cincuenta hombres realmente honrados por el pueblo asistieron al sacrificio, ofrecieron el incienso en el tabernáculo y se produjo una llamarada tan grande que nadie había visto nada igual, una llama terrible con un fuego brillantísimo, que en su erupción destruyó a Coré y su compañía, Aarón y sus seguidores ni siquiera fueron tocados por el fuego.
Moisés ordenó para que se recordara en la posteridad lo que aquellos hombres sufrieron, que Eleazar, hijo de Aarón pusiera sus incensarios junto al altar de bronce. Y de ese día en adelante Aarón fue considerado ungido de Dios y no como sacerdote por el favor de Moisés.

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